En las Manzanas del Cuidado, sanar es posible

Crónicas / En voz de Mujer

Rosa Hijuelos Guerrero no tiene dudas: su experiencia en la Manzana del Cuidado de Lago - Timiza le cambió la vida. Desde su llegada, a mediados de 2023, este espacio ubicado en la localidad de Kennedy se convirtió en su refugio, en su impulso y en su comunidad. “Yo vivo sola con mi hijo, pero él sale a las 6 de la mañana y regresa a las 9 de la noche. Me sentía muy sola, con mis mascotas. Hacía mis labores del hogar y luego no sabía qué más hacer”, recuerda Rosa.

Fue entonces cuando una vecina le habló de la Manzana del Cuidado, y tras buscar la dirección, decidió acercarse. “Empecé a venir, primero con curiosidad. Luego me fui quedando. En noviembre tomé el curso para cuidadoras y fue como verme en un espejo. Me enseñaron a reconocerme, a entender que yo también necesito cuidarme. Porque uno siempre está cuidando a los demás, pero nunca se detiene a pensar que también necesita cuidado”.

Rosa tiene 63 años y una historia marcada por las dificultades, pero también por la fuerza con la que decidió salir adelante. “Fui víctima de violencia hace 20 años. Fue brutal. Pero decidí empoderarme, criar sola a mis cuatro hijos y levantarme de nuevo. Hoy quiero ayudar a otras mujeres a hacer lo mismo. Por eso vengo aquí, porque en la Manzana del Cuidado no hay solo palabras: hay acciones, hay manos que se tienden, hay humanidad”.

Durante el primer aniversario de la Manzana del Cuidado de Lago – Timiza el pasado mes de abril, Rosa invitó a más mujeres a creer en ellas: “Aquí no trabajan por la plata. Aquí trabajan con el corazón. Las personas que atienden lo hacen desde el don de servir. Muchas no reconocen que viven violencias, por miedo o por vergüenza. Pero deben saber que aquí hay orientación psicológica, asesoría jurídica y espacios donde no las van a juzgar. Las van a acompañar”.

Kennedy, una de las localidades con más casos de violencia contra las mujeres en Bogotá, es también un lugar donde la esperanza se siembra desde lo comunitario. Rosa es prueba de ello. Desde su experiencia, insiste: “Aquí también ayudan a estudiar, a terminar el bachillerato, a aprender cosas nuevas. Hay mujeres que piensan que ya no pueden, que se les acabó el tiempo. Pero aquí les dicen que sí pueden. Y sí, sí se puede”.

Porque cuando el cuidado deja de ser una carga y se convierte en un derecho compartido, las historias de mujeres como Rosa encuentran nuevos caminos. Caminos que empiezan, muchas veces, con una puerta abierta en la Manzana del Cuidado.